- Te lo advertí. . .
Aquel susurro no le dejaba descansar.
Con esta, ya era la tercera noche en que aquel “ser” no le dejaba dormir tranquilo.
Cansado, aun con sueño y frío se sentó sobre la cama y fijo su mirada en la pared.
- ¿Quien eres?
Pregunto, aun sabiendo la respuesta.
- Tu.
- ¿Yo?
- Si, tu.
El silencio se hizo, mas no duro mucho.
- Te lo advertí
Le volvía a reclamar.
- ¿Y que quieres que haga?
- No me arrepiento de haberlo hecho. . .
- ¿Y ahora que?
Fue la respuesta.
- Eso, ¿no deberías decírmelo tú. . .?
- Responde.
- No puedo. . .
- Ódiale.
- No puedo.
- Si, si puedes, yo ya lo hago. . .
- No, no puedo, y tú tampoco deberías hacerlo.
- ¿Por que?
- Por que es importante para mí.
- Te daño.
- No me importa.
- ¿Que esperas lograr?
- Que sea feliz.
- ¿Incluso si aquello te lastima?
- Si.
- ¿Por que?
- Por que la amo. . .
- Lo se.
- ¿Entonces para que lo preguntas?
- Para que llores.
- Ya no tengo lágrimas.
- Grita.
- Jamás. . .
- Entonces, ¿que harás?
- Vivir con ello.
Le respondió sonriente.
Hasta aquel momento, el joven solo le hablaba a la nada, mas ante aquellas palabras, la imagen de el mismo se reflejo frente a el.
- ¿Y que haremos con esto?
Pregunto apuntando el lugar en que debería haber estado su corazón; mas, en aquel sitio solo había un pequeño y profundo agujero.
- Nada.
- Deberías ir a buscarlo.
Le reclamo sin llegar a estar enojado.
- ¿Para que?
- Ya no es mío.
- A si que no me interesa.
Intento decir con poco interés.
- Entonces, ¿como viviremos sin el?
- Simple. . . Me fabricare uno nuevo.
- Uno que no se rompa fácilmente.
- Uno que sea solo mío y que nadie pueda volver a robarme.
- Uno. . .
- ¿De hielo?
- Quizás.
- ¿Y el otro?
- Te dije que ya no me importaba.
- No intentaras al menos recuperar sus partes.
- ¿Para que?
- Para. . . ¿guardarlo?
- No, no necesito las partes de ilusiones y sueño imposibles.
- Entonces, solo ¿se lo dejaras?
- Si.
- ¿Y si lo bota?
- De seguro lo hará.
Afirmo un tanto decepcionado.
- A nadie le sirve algo tan tonto como eso.
- ¿Por que te engañas a ti mismo?
- No lo hago.
- Si, si lo estas haciendo.
- . . .
- Intentas convencerme de que no te importa, pero sabes bien que no es así.
- Sabes, que te interesa mas que nada, el saber que hará con el.
- Sabes que a pesar de todo, te gustaría que lo conservara y cuidara.
- Sabes. . .
- ¡¡¡Ya basta!!!
Le grito enojado.
- No me interesa que me des a conocer lo evidente.
- Se acabo, no hay vuelta atrás.
- Mi decisión ya esta tomada.
- ¿Por que jamás me escuchaste?
- ¿De que hablas?
- ¿Por que, a pesar de que te lo advertí una y otra vez, nunca prestaste atención a lo que te decía?
- Eres mi sombra, no hablas.
- Te equivocas, soy más que eso.
- ¿A, si?
- Si, soy tu conciencia.
- Aquella parte que reprimiste hasta ya no poder más.
- Esa que te advirtió desde el principio lo que pasaría.
- Lo siento. . .
- Ya no lo lamentes, es tarde.
- Lo siento. . . pero no creí que realmente pasaría.
- Mentira.
- Querías creer que no pasaría, a pesar de que sabias que no era así.
- Pero, ¿supongo que al menos aprendiste, no?
- Eso intento.
- Pero, no puedo.
- ¿Por que?
- Por que. . . la quiero.
- La quieres, y no te importa lo que digan los demás, ni mucho menos te importa dañarte a ti mismo.
- Solo te importa verla feliz, ¿no?
- Si.
- ¿Aprenderás a escucharme a la próxima?
- Si, no lo dudes. . .
- Eso espero.
- Por que cuando te dañas a ti, también me lo haces a mi.
- Me siento estupido.
- ¡¡Ja!!!
Se río burlescamente.
- No necesitas sentirte así, ya lo eres. . .
- Eres el más grande tonto y estupido de este planeta.
Sin poder negarlo, tan solo bajo la cabeza.
- No me dejes solo, por favor.
- No lo estas.
- Entonces explícame, ¿por que siento como si fuera a congelarme en este frío que me embarga ahora?
- Simple, por que ella no esta.
- Y debes aprender a que jamás lo estará.
- Aun que lo desees con todo tu ser, aquello jamás será así.
- Lo aprenderé.
- No, lo aprenderemos.
- Y viviremos con ello.
- Si.
Le sonrío, ahora ya mas seguro de lo que decía y hacia.
- ¿Sabes cual es el privilegio de la amistad?
Pregunto mientras se paraba de la cama.
- ¿Estar junto a quien quieres?
- Si.
Tomo sus ropas y se cambio rápidamente.
- ¿A donde vas?
Le pregunto su conciencia por última vez.
Este, con una triste sonrisa le respondió.
- Por manzanas…
- Manzanas que esta vez, comeré solo.
Acto seguido, salio de la habitación, acompañado de quien ahora se había vuelto su eterno acompañante.
“Su conciencia. “
viernes, 18 de junio de 2010
jueves, 10 de junio de 2010
Para ti.
Aquella noche no logro conciliar el sueño.
Su mente, perdida en los recuerdos, le mantenía intranquilo.
No podía creer como, horas antes, había logrado por fin aceptar aquella verdad que tanto se negaba a afrontar.
Las horas pasaron, y nada cambio.
Resignado, se mantuvo en vela casi toda la noche, ya que los pocos segundos en que logro; vagamente conciliar el sueño, ella apareció.
Una y otra vez soñaba lo mismo…
La veía hermosa; sentada con un libro entre sus manos, su cabello, que no llegaba a ser largo ni mucho menos corto, le cubría parte de sus hombros dándole casi un aspecto angelical.
Guiado por algo que desconoce, se le acerca sin que ella note su presencia.
Incluso, a pesar de que tal solo se trataba de un sueño, no dejaba de sorprenderle lo real que parecía.
Podía sentir el viento en su cara, el calor de el sol y también. . . su perfume.
Aquel perfume que la caracterizaba.
Ese que se quedaba impregnado en cada centímetro de su casa, cuando ella le visitaba.
Si, la amaba y por fin lo había aceptado.
Después de tantos años sin querer darse cuenta de ello, hoy lo había confrontado.
Ahora, lo único que deseaba era decírselo, y esperar a que ella no lo rechazara.
Sin saber que decir, intento iniciar una conversación.
Se sentó junto a ella, solo para poder sentir el calor de su cuerpo.
Y así permanecieron por largar horas, hablando de cosas banales, pero a la vez significativas.
Por fin, podía decir que era feliz, y el solo pensar en que aquello se podía acabar, le hacia temblar de miedo.
- ¿Sabes?
Le susurro un tanto inseguro.
- Soy un cobarde.
El silencio se hizo, y los nervios casi lo terminaban de consumir.
Hasta que ella hablo.
- ¿Por que?
Fueron sus simples palabras, pero el las sintió como un verdadero alivio.
- Soy un cobarde…
Volvió a susurrar.
- Soy un cobarde por que recién hoy logre aceptar que tus redes me envolvieron hace mucho…
- Por que recién hoy puedo decirte que me enamoraste como ninguna lo había echo.
- Soy un tonto.
- Soy un tonto por pensar que tu puedes sentir lo mismo.
- Soy un tonto. . .
- Soy un tonto, por querer esto.
Tras esas ultima palabras, y en cosa de segundos, se le acerco sin darle tiempo a reaccionar.
Y, como muchas veces antes lo había pensado y soñado, le robo aquel manjar que siempre quiso probar.
Un beso.
Uno corto, quizás tan solo un rose, pero para el fue un beso.
Un pestañeo le basto para volver a la realidad de su habitación, y así nunca saber la respuesta.
Ahora, ahora solo se resignaba.
Había sido lo suficientemente valiente para declarársele, pero, aquella fortaleza se había ido.
La realidad, es que ella le correspondió.
No directamente, pero así fue.
- Pero. . .
- Pero. . .
Lograba susurrar en la oscuridad de la noche.
- ¿Por que siento aun esto?
Preguntaba al aire.
- ¿Por que, a pesar de que ya lo dije, aun siento esta presión en mi pecho…?
Habían cosas que le detenían.
Circunstancias que se habían dado, y le habían enseñado que no podían estar juntos.
El, lo entendía, pero no las quería obedecer.
Múltiples veces se lo habían advertido.
Incluso, le habían llamado inmaduro.
Pero, aquello no le interesaba.
La quería lo suficiente como para desobedecer todas las reglas.
Pero, esa solo era su opinión.
La noche se le hizo eterna.
Tomo aquel viejo cuaderno, y comenzó a escribir.
Si, por que cada vez que pensaba en ella, escribía.
Escribía sin poder parar.
Las lagrimas cubrían sus ojos, las hojas se acababan una a una, y la pluma termino por romperse, pero el sentía; aun, la necesidad de escribir.
- Se que no lo leerás…
Susurraba
- Pero esto, lo escribo para ti.
Aquello se podía leer al principio de uno de sus largos escritos.
- Quiero romper las cadenas.
Releyó por última vez.
- Quiero traspasar los límites, sin que me importe los demás.
- Quiero…
- Quiero aquello que soñé, y que aun no he logrado cumplir…
- Y quiero, que sea junto a ti.
Aquello fue lo último que murmuro.
Acto seguido cerró el cuaderno.
Miro por ultima vez la ya alumbrada habitación he intento animarse a comenzar un nuevo día.
- ¿Como si nada, no?
Aquel seria su nuevo lema, he intentaría cumplirlo aun que le doliera, se lo debía.
Solo por ello, lo cumpliría.
Su mente, perdida en los recuerdos, le mantenía intranquilo.
No podía creer como, horas antes, había logrado por fin aceptar aquella verdad que tanto se negaba a afrontar.
Las horas pasaron, y nada cambio.
Resignado, se mantuvo en vela casi toda la noche, ya que los pocos segundos en que logro; vagamente conciliar el sueño, ella apareció.
Una y otra vez soñaba lo mismo…
La veía hermosa; sentada con un libro entre sus manos, su cabello, que no llegaba a ser largo ni mucho menos corto, le cubría parte de sus hombros dándole casi un aspecto angelical.
Guiado por algo que desconoce, se le acerca sin que ella note su presencia.
Incluso, a pesar de que tal solo se trataba de un sueño, no dejaba de sorprenderle lo real que parecía.
Podía sentir el viento en su cara, el calor de el sol y también. . . su perfume.
Aquel perfume que la caracterizaba.
Ese que se quedaba impregnado en cada centímetro de su casa, cuando ella le visitaba.
Si, la amaba y por fin lo había aceptado.
Después de tantos años sin querer darse cuenta de ello, hoy lo había confrontado.
Ahora, lo único que deseaba era decírselo, y esperar a que ella no lo rechazara.
Sin saber que decir, intento iniciar una conversación.
Se sentó junto a ella, solo para poder sentir el calor de su cuerpo.
Y así permanecieron por largar horas, hablando de cosas banales, pero a la vez significativas.
Por fin, podía decir que era feliz, y el solo pensar en que aquello se podía acabar, le hacia temblar de miedo.
- ¿Sabes?
Le susurro un tanto inseguro.
- Soy un cobarde.
El silencio se hizo, y los nervios casi lo terminaban de consumir.
Hasta que ella hablo.
- ¿Por que?
Fueron sus simples palabras, pero el las sintió como un verdadero alivio.
- Soy un cobarde…
Volvió a susurrar.
- Soy un cobarde por que recién hoy logre aceptar que tus redes me envolvieron hace mucho…
- Por que recién hoy puedo decirte que me enamoraste como ninguna lo había echo.
- Soy un tonto.
- Soy un tonto por pensar que tu puedes sentir lo mismo.
- Soy un tonto. . .
- Soy un tonto, por querer esto.
Tras esas ultima palabras, y en cosa de segundos, se le acerco sin darle tiempo a reaccionar.
Y, como muchas veces antes lo había pensado y soñado, le robo aquel manjar que siempre quiso probar.
Un beso.
Uno corto, quizás tan solo un rose, pero para el fue un beso.
Un pestañeo le basto para volver a la realidad de su habitación, y así nunca saber la respuesta.
Ahora, ahora solo se resignaba.
Había sido lo suficientemente valiente para declarársele, pero, aquella fortaleza se había ido.
La realidad, es que ella le correspondió.
No directamente, pero así fue.
- Pero. . .
- Pero. . .
Lograba susurrar en la oscuridad de la noche.
- ¿Por que siento aun esto?
Preguntaba al aire.
- ¿Por que, a pesar de que ya lo dije, aun siento esta presión en mi pecho…?
Habían cosas que le detenían.
Circunstancias que se habían dado, y le habían enseñado que no podían estar juntos.
El, lo entendía, pero no las quería obedecer.
Múltiples veces se lo habían advertido.
Incluso, le habían llamado inmaduro.
Pero, aquello no le interesaba.
La quería lo suficiente como para desobedecer todas las reglas.
Pero, esa solo era su opinión.
La noche se le hizo eterna.
Tomo aquel viejo cuaderno, y comenzó a escribir.
Si, por que cada vez que pensaba en ella, escribía.
Escribía sin poder parar.
Las lagrimas cubrían sus ojos, las hojas se acababan una a una, y la pluma termino por romperse, pero el sentía; aun, la necesidad de escribir.
- Se que no lo leerás…
Susurraba
- Pero esto, lo escribo para ti.
Aquello se podía leer al principio de uno de sus largos escritos.
- Quiero romper las cadenas.
Releyó por última vez.
- Quiero traspasar los límites, sin que me importe los demás.
- Quiero…
- Quiero aquello que soñé, y que aun no he logrado cumplir…
- Y quiero, que sea junto a ti.
Aquello fue lo último que murmuro.
Acto seguido cerró el cuaderno.
Miro por ultima vez la ya alumbrada habitación he intento animarse a comenzar un nuevo día.
- ¿Como si nada, no?
Aquel seria su nuevo lema, he intentaría cumplirlo aun que le doliera, se lo debía.
Solo por ello, lo cumpliría.
miércoles, 2 de junio de 2010
Juguete
¿Sabes?
Más de una vez lo has hecho.
Más de una vez has roto, destrozado mi corazón.
Es exagerado, lo se. . .
Pero.
¿Que he de hacer?
¿Como evitarlo?
No puedo, lo entiendo.
¿Es que acaso solo juegas conmigo?
¿O es que disfrutas el verme llorar por ti?
Disculpa. . .
Pero eso pienso cuando me ilusionas con tus dulces palabras.
Y luego, tan solo lo desases.
Las desases como si de un dibujo se tratase.
A veces creo que solo soy otro de tus juguetes.
Uno que te espera día a día, ansioso de escucharte decir su nombre, y que junto a el susurres un. . .
Te quiero.
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