Bueno, ¿que puedo decir?
Hace mucho que no renovaba, y realmente había sido por falta de inspiración y tiempo.
Esto lo escribí un día de ociosa, y espero les guste.
Por cierto, un comentario no mata a nadie, de vez en cuando me gusta saber quienes pasan y leen estas locas palabras. . .
Aun que corras, el te alcanzara.
Aun que te escondas, el siempre sabe donde hallarte.
El mañana es un anhelo errante.
El hoy, es el presente discontinuo.
Y el ayer, es solo la sombra de lo fuimos una vez.
Aun que lo evites, el no olvida.
Aun que lo ignores, el siempre te tiene presente.
Piensa. . .
¿Quien eres hoy?
¿Serás la misma persona mañana?
Quizás no.
Quizás ya no eres el/la misma que hace cinco segundos atrás.
Pero, ¿a quien le importa?
Aun que lo rechaces, el siempre te aceptara.
Aun que lo olvides, el siempre te lo recordara.
¡¡¡Vamos!!!
¿Es que acaso ya te rendiste, o solo esperas el siguiente tren?
Ese que te conduzca a tu mundo de fantasías.
Y te lleve a dar un paseo por el cielo.
Aun que no sepas, el ya lo descifro.
Aun que intentes retrocederlo, el ya paso.
¿Que esperas entonces?
Mejor huye, que el tiempo te atrapara.
Joker.
sábado, 16 de octubre de 2010
viernes, 9 de julio de 2010
Crazy Freunde I
El verano apenas comenzaba, pero el sol y el calor que este irradiaba, no le dejaba descansar.
Aburrida de ver todos los días lo mismo, la pequeña Lieblos decidió escaparse de la cabaña a la cual sus padres la habían llevado.
No era que no le gustara estar en aquel lugar, pero luego de pasar más de cinco años visitando el mismo sitio, ya nada le entretenía.
A si que por ello, decidió que durante la noche, seria el momento indicado para visitar de una vez por todas aquel espeso bosque que tanta curiosidad le causaba.
Muchas veces había intentando convencer a su madre y o padre que la llevaran a verlo, mas la respuesta siempre era la misma.
- “No, es un lugar muy peligroso para niñas de apenas quince años.”
Por ello, hoy ya no les haría caso y simplemente lo visitaría.
Las horas pasaban, y Lieblos no podía esperar más…
Las doce, esa iba a ser su señal.
Aquella tarde decidió “acostarse” temprano, con la falsa escusa de sentirse mal, sus padres, como ya era usual, se retiraron media hora antes del tope, lo que le daba el tiempo justo para su gran salida.
La hora ya había llegado, y sin esperar unos minutos mas, la chica se escabullo por una de las ventanas, no sin antes asegurarse de que sus padres durmieran y a su vez de tomar aquello que necesitaría en su viaje.
La noche era realmente hermosa, las estrellas iluminaban su camino a cada paso que daba, y el viento que tradicionalmente calaba hasta los huesos, no se había hecho presente.
Sumergida en sus pensamientos Lieblos se interno en el oscuro bosque, guiada solamente por la luz de su linterna.
Tenía miedo, pero aquello no la iba a detener, siempre había esperado este momento como para ahora rendirse tan fácilmente.
Ya habían transcurrido diez minutos desde que ella había empezado a caminar, y su vista apenas se comenzaba a acostumbrar a la oscuridad.
Intento voltearse, para divisar el camino por el cual había entrado, pero aquel ya no estaba.
Cuando decidió continuar con su recorrido, noto como a lo lejos, y sobre un árbol, un cuervo de mediana estatura, la observaba.
Asustada intento, retroceder, más solo logro tropezar y caer al piso.
El cuervo, sin poder evitarlo, soltó una sonora “carcajada”.
- No te rías de mí.
Le ordeno Lieblos.
El cuervo, estiro sus alas y voló junto a la niña.
La observo uno segundos y casi como si pudiera esbozar una sonrisa le pregunto.
- ¿Quien eres?
Asombrada, no sabia que responder.
Era la primera vez que un animal le hablaba.
- Lieblos. . .
Susurro asustada.
- Como es posible que un animal me hable. . .
Comento al aire.
- ¡¡Oye!!
Le grito el cuervo.
- yo no soy cualquier animal.
- Mi nombre es Liebe.
- Oh. . . Discúlpeme señor cuervo.
- Pero eso no explica que Ud. pueda hablarme.
- Pues. . .
- Como explicártelo. . .
- Este es un bosque muy extraño pequeña. . .
- Aquí es normal que los animales hablen. . .
- Pero. . .
- No te confíes, que no solo existimos nosotros, aquí puedes encontrar de todo.
- De… ¿todo?
Pregunto temerosa.
- Si, de todo.
- Y ahora dime, ¿que haces aquí?
El cuervo, que había permanecido inmóvil, mirando a la chica desde el suelo, ahora revoloteo y se poso en el hombro de ella.
- Me escape.
Respondió feliz.
- Estas perdida, ¿no?
Le volvió a preguntar.
- Algo así. . .
- Solo quiero ver que más hay en este bosque.
Le respondió mirando al cielo, del cual poco se podía apreciar, ya que la inmensidad de los árboles lo cubría casi por completo.
- Pues…
- ¡¡¡Vamos!!!
- Yo te acompañare.
- Así me aseguro de que ningún otro ser te valla a hacer algo. . .
Sorprendida antes estas ultimas palabras, la pequeña fijo su mirada en su nuevo amigo.
- Esta bien, supongo…
Susurro, para luego seguir con el recorrido.
Las horas pasaron, y Lieblos se dio cuenta de algo que la había mantenido callada durante todo el trayecto.
Descubrió como Liebe, el cuervo, se parecía; no, era igual a alguien muy importante para ella.
Su hermano…
Bueno, no es que lo fuera realmente, la verdad es que ella le había denominado así, ya que la palabra amigo se había vuelto pequeña como para describirlo.
Le quería tanto como decir que el era realmente su hermano, y ahora, en este extraño viaje, había conocido a un ser que se le parecía bastante…
Tan sumergida estaba en esos pensamientos, que no noto como el camino que ambos seguían comenzaba a acabarse, la tierra de apoco se había vuelto barro, y a los lejos podía escucharse claramente el correr de las aguas.
- ¡¡Detente!!
Aquello la había echo salirse de su ensimismamiento.
- ¿Que sucede?
Le pregunto asustada.
- Escucha
Fue la respuesta de Liebe.
Guardo silencio por unos instantes y escucho aquello a lo que se refería su acompañante.
Un susurro, que provenía de la nada.
- ¿Que hacen aquí?
Se escucho más de cerca.
- ¿Están perdidos?
Se volvió a escuchar antes de que ellos pudieran responder.
Ambos, exaltados por la vos, se voltearon a ver en todos lados, pero nada encontraron.
- Quien e. . .
No pudo terminar de preguntar, cuando, desde lo alto de un árbol se dejo caer suave y agraciadamente una joven de larga cabellera rubia.
Ella se posiciono enfrente de ambos y los observo detenidamente.
- Soy Weisheit, princesa del fuego y reina de este bosque.
Hablo antes de que cualquiera pudiera siquiera salir de su asombro.
Su vos era fría, pero el azul de sus ojos reflejaba una gran ternura y amabilidad.
- ¿No responderán a mis preguntas?
Consulto sonriente.
- Yo, soy Lieblos. . .
Respondió un poco asustada.
- Y yo soy Liebe.
Argumento su acompañante.
- ¿Que hacen aquí?
Volvió a preguntar.
- Yo. . .
Comenzó Lieblos.
- Decidí investigar este bosque, y pues…
- Nos perdimos.
- Concluyo Liebe.
Weisheit, al escuchar esto, solo levanto una ceja y suspiro cansada.
- Yo, les puedo ayudar.
Más que una oferta, aquello les parecía una orden.
Una orden que estaban dispuesto a aceptar.
- Pero antes, deberán ayudarme a rescatar algo que me ha sido robado.
Agrego.
- ¿Que cosa?
- ¿Que cosa?
Preguntaron al unísono.
- Luego lo sabrán.
- Ahora lo importante es que necesito su ayuda para encontrarle.
- ¿A quien?
Las preguntas en la cabeza de Lieblos no la dejaban tranquila.
Quería saber que era eso que debían buscar y quien se lo había robado.
- A la marioneta de los ojos tristes…
Respondió la joven con un leve toque de tristeza en su voz.
Aburrida de ver todos los días lo mismo, la pequeña Lieblos decidió escaparse de la cabaña a la cual sus padres la habían llevado.
No era que no le gustara estar en aquel lugar, pero luego de pasar más de cinco años visitando el mismo sitio, ya nada le entretenía.
A si que por ello, decidió que durante la noche, seria el momento indicado para visitar de una vez por todas aquel espeso bosque que tanta curiosidad le causaba.
Muchas veces había intentando convencer a su madre y o padre que la llevaran a verlo, mas la respuesta siempre era la misma.
- “No, es un lugar muy peligroso para niñas de apenas quince años.”
Por ello, hoy ya no les haría caso y simplemente lo visitaría.
Las horas pasaban, y Lieblos no podía esperar más…
Las doce, esa iba a ser su señal.
Aquella tarde decidió “acostarse” temprano, con la falsa escusa de sentirse mal, sus padres, como ya era usual, se retiraron media hora antes del tope, lo que le daba el tiempo justo para su gran salida.
La hora ya había llegado, y sin esperar unos minutos mas, la chica se escabullo por una de las ventanas, no sin antes asegurarse de que sus padres durmieran y a su vez de tomar aquello que necesitaría en su viaje.
La noche era realmente hermosa, las estrellas iluminaban su camino a cada paso que daba, y el viento que tradicionalmente calaba hasta los huesos, no se había hecho presente.
Sumergida en sus pensamientos Lieblos se interno en el oscuro bosque, guiada solamente por la luz de su linterna.
Tenía miedo, pero aquello no la iba a detener, siempre había esperado este momento como para ahora rendirse tan fácilmente.
Ya habían transcurrido diez minutos desde que ella había empezado a caminar, y su vista apenas se comenzaba a acostumbrar a la oscuridad.
Intento voltearse, para divisar el camino por el cual había entrado, pero aquel ya no estaba.
Cuando decidió continuar con su recorrido, noto como a lo lejos, y sobre un árbol, un cuervo de mediana estatura, la observaba.
Asustada intento, retroceder, más solo logro tropezar y caer al piso.
El cuervo, sin poder evitarlo, soltó una sonora “carcajada”.
- No te rías de mí.
Le ordeno Lieblos.
El cuervo, estiro sus alas y voló junto a la niña.
La observo uno segundos y casi como si pudiera esbozar una sonrisa le pregunto.
- ¿Quien eres?
Asombrada, no sabia que responder.
Era la primera vez que un animal le hablaba.
- Lieblos. . .
Susurro asustada.
- Como es posible que un animal me hable. . .
Comento al aire.
- ¡¡Oye!!
Le grito el cuervo.
- yo no soy cualquier animal.
- Mi nombre es Liebe.
- Oh. . . Discúlpeme señor cuervo.
- Pero eso no explica que Ud. pueda hablarme.
- Pues. . .
- Como explicártelo. . .
- Este es un bosque muy extraño pequeña. . .
- Aquí es normal que los animales hablen. . .
- Pero. . .
- No te confíes, que no solo existimos nosotros, aquí puedes encontrar de todo.
- De… ¿todo?
Pregunto temerosa.
- Si, de todo.
- Y ahora dime, ¿que haces aquí?
El cuervo, que había permanecido inmóvil, mirando a la chica desde el suelo, ahora revoloteo y se poso en el hombro de ella.
- Me escape.
Respondió feliz.
- Estas perdida, ¿no?
Le volvió a preguntar.
- Algo así. . .
- Solo quiero ver que más hay en este bosque.
Le respondió mirando al cielo, del cual poco se podía apreciar, ya que la inmensidad de los árboles lo cubría casi por completo.
- Pues…
- ¡¡¡Vamos!!!
- Yo te acompañare.
- Así me aseguro de que ningún otro ser te valla a hacer algo. . .
Sorprendida antes estas ultimas palabras, la pequeña fijo su mirada en su nuevo amigo.
- Esta bien, supongo…
Susurro, para luego seguir con el recorrido.
Las horas pasaron, y Lieblos se dio cuenta de algo que la había mantenido callada durante todo el trayecto.
Descubrió como Liebe, el cuervo, se parecía; no, era igual a alguien muy importante para ella.
Su hermano…
Bueno, no es que lo fuera realmente, la verdad es que ella le había denominado así, ya que la palabra amigo se había vuelto pequeña como para describirlo.
Le quería tanto como decir que el era realmente su hermano, y ahora, en este extraño viaje, había conocido a un ser que se le parecía bastante…
Tan sumergida estaba en esos pensamientos, que no noto como el camino que ambos seguían comenzaba a acabarse, la tierra de apoco se había vuelto barro, y a los lejos podía escucharse claramente el correr de las aguas.
- ¡¡Detente!!
Aquello la había echo salirse de su ensimismamiento.
- ¿Que sucede?
Le pregunto asustada.
- Escucha
Fue la respuesta de Liebe.
Guardo silencio por unos instantes y escucho aquello a lo que se refería su acompañante.
Un susurro, que provenía de la nada.
- ¿Que hacen aquí?
Se escucho más de cerca.
- ¿Están perdidos?
Se volvió a escuchar antes de que ellos pudieran responder.
Ambos, exaltados por la vos, se voltearon a ver en todos lados, pero nada encontraron.
- Quien e. . .
No pudo terminar de preguntar, cuando, desde lo alto de un árbol se dejo caer suave y agraciadamente una joven de larga cabellera rubia.
Ella se posiciono enfrente de ambos y los observo detenidamente.
- Soy Weisheit, princesa del fuego y reina de este bosque.
Hablo antes de que cualquiera pudiera siquiera salir de su asombro.
Su vos era fría, pero el azul de sus ojos reflejaba una gran ternura y amabilidad.
- ¿No responderán a mis preguntas?
Consulto sonriente.
- Yo, soy Lieblos. . .
Respondió un poco asustada.
- Y yo soy Liebe.
Argumento su acompañante.
- ¿Que hacen aquí?
Volvió a preguntar.
- Yo. . .
Comenzó Lieblos.
- Decidí investigar este bosque, y pues…
- Nos perdimos.
- Concluyo Liebe.
Weisheit, al escuchar esto, solo levanto una ceja y suspiro cansada.
- Yo, les puedo ayudar.
Más que una oferta, aquello les parecía una orden.
Una orden que estaban dispuesto a aceptar.
- Pero antes, deberán ayudarme a rescatar algo que me ha sido robado.
Agrego.
- ¿Que cosa?
- ¿Que cosa?
Preguntaron al unísono.
- Luego lo sabrán.
- Ahora lo importante es que necesito su ayuda para encontrarle.
- ¿A quien?
Las preguntas en la cabeza de Lieblos no la dejaban tranquila.
Quería saber que era eso que debían buscar y quien se lo había robado.
- A la marioneta de los ojos tristes…
Respondió la joven con un leve toque de tristeza en su voz.
miércoles, 7 de julio de 2010
Kanaria . . .
¿Que puedo decir. . .?
Solo, que me gusta la letra de esta canción, por ello, la subo.
Es de mi banda favorita de J-music, Ayabie.
Kanaria
" Mekakushi wo shite yo uso wo tsuku toki mabataki wo suru kuse
"Yakusoku wo shite yo" kotoba fusagu yubi
"Himegoto wa mitsu no aji"
Yurenagara kokoro ga tadoritsuku yoru
Ah"hitori ni shinai de"
Te wo nobashita watashi ni se wo mukete anata
Shiranai asa ni kieteiku
Tsuki ni mukai watashi matsu dake no CANARY
Anata no tonari de nakasete
Ima wa hazushite yo hikaru kusuriyubi kusunda ito wo toite
Aru hazu no nai shiawase na ketsumatsu
Ah"soredemo aitai"
Egao ga suki da tte itte kureta kara
Namida ukabete waratteiru no
Hoka no dare wo kizutsukeyou to mo
Anata no yasashisa ni yorisotte itai no
Umaku uso no tsukenai anata ga suki
Demo usotsuki na watashi wa kirai
GLASS no naka toketeiku koori no you ni
Kienai you ni dakishimete "
Para los muchos que quedaron con la duda de que es lo que dice la canción, les invito a leer su traducción.
Aquí les dejo un video donde podrán verla y escucharla.
http://www.youtube.com/watch?v=s_kxitS-B4Y
Mis saludos a aquellos que pasan. . . ^^
Solo, que me gusta la letra de esta canción, por ello, la subo.
Es de mi banda favorita de J-music, Ayabie.
Kanaria
" Mekakushi wo shite yo uso wo tsuku toki mabataki wo suru kuse
"Yakusoku wo shite yo" kotoba fusagu yubi
"Himegoto wa mitsu no aji"
Yurenagara kokoro ga tadoritsuku yoru
Ah"hitori ni shinai de"
Te wo nobashita watashi ni se wo mukete anata
Shiranai asa ni kieteiku
Tsuki ni mukai watashi matsu dake no CANARY
Anata no tonari de nakasete
Ima wa hazushite yo hikaru kusuriyubi kusunda ito wo toite
Aru hazu no nai shiawase na ketsumatsu
Ah"soredemo aitai"
Egao ga suki da tte itte kureta kara
Namida ukabete waratteiru no
Hoka no dare wo kizutsukeyou to mo
Anata no yasashisa ni yorisotte itai no
Umaku uso no tsukenai anata ga suki
Demo usotsuki na watashi wa kirai
GLASS no naka toketeiku koori no you ni
Kienai you ni dakishimete "
Para los muchos que quedaron con la duda de que es lo que dice la canción, les invito a leer su traducción.
Aquí les dejo un video donde podrán verla y escucharla.
http://www.youtube.com/watch?v=s_kxitS-B4Y
Mis saludos a aquellos que pasan. . . ^^
viernes, 18 de junio de 2010
Decisión.
- Te lo advertí. . .
Aquel susurro no le dejaba descansar.
Con esta, ya era la tercera noche en que aquel “ser” no le dejaba dormir tranquilo.
Cansado, aun con sueño y frío se sentó sobre la cama y fijo su mirada en la pared.
- ¿Quien eres?
Pregunto, aun sabiendo la respuesta.
- Tu.
- ¿Yo?
- Si, tu.
El silencio se hizo, mas no duro mucho.
- Te lo advertí
Le volvía a reclamar.
- ¿Y que quieres que haga?
- No me arrepiento de haberlo hecho. . .
- ¿Y ahora que?
Fue la respuesta.
- Eso, ¿no deberías decírmelo tú. . .?
- Responde.
- No puedo. . .
- Ódiale.
- No puedo.
- Si, si puedes, yo ya lo hago. . .
- No, no puedo, y tú tampoco deberías hacerlo.
- ¿Por que?
- Por que es importante para mí.
- Te daño.
- No me importa.
- ¿Que esperas lograr?
- Que sea feliz.
- ¿Incluso si aquello te lastima?
- Si.
- ¿Por que?
- Por que la amo. . .
- Lo se.
- ¿Entonces para que lo preguntas?
- Para que llores.
- Ya no tengo lágrimas.
- Grita.
- Jamás. . .
- Entonces, ¿que harás?
- Vivir con ello.
Le respondió sonriente.
Hasta aquel momento, el joven solo le hablaba a la nada, mas ante aquellas palabras, la imagen de el mismo se reflejo frente a el.
- ¿Y que haremos con esto?
Pregunto apuntando el lugar en que debería haber estado su corazón; mas, en aquel sitio solo había un pequeño y profundo agujero.
- Nada.
- Deberías ir a buscarlo.
Le reclamo sin llegar a estar enojado.
- ¿Para que?
- Ya no es mío.
- A si que no me interesa.
Intento decir con poco interés.
- Entonces, ¿como viviremos sin el?
- Simple. . . Me fabricare uno nuevo.
- Uno que no se rompa fácilmente.
- Uno que sea solo mío y que nadie pueda volver a robarme.
- Uno. . .
- ¿De hielo?
- Quizás.
- ¿Y el otro?
- Te dije que ya no me importaba.
- No intentaras al menos recuperar sus partes.
- ¿Para que?
- Para. . . ¿guardarlo?
- No, no necesito las partes de ilusiones y sueño imposibles.
- Entonces, solo ¿se lo dejaras?
- Si.
- ¿Y si lo bota?
- De seguro lo hará.
Afirmo un tanto decepcionado.
- A nadie le sirve algo tan tonto como eso.
- ¿Por que te engañas a ti mismo?
- No lo hago.
- Si, si lo estas haciendo.
- . . .
- Intentas convencerme de que no te importa, pero sabes bien que no es así.
- Sabes, que te interesa mas que nada, el saber que hará con el.
- Sabes que a pesar de todo, te gustaría que lo conservara y cuidara.
- Sabes. . .
- ¡¡¡Ya basta!!!
Le grito enojado.
- No me interesa que me des a conocer lo evidente.
- Se acabo, no hay vuelta atrás.
- Mi decisión ya esta tomada.
- ¿Por que jamás me escuchaste?
- ¿De que hablas?
- ¿Por que, a pesar de que te lo advertí una y otra vez, nunca prestaste atención a lo que te decía?
- Eres mi sombra, no hablas.
- Te equivocas, soy más que eso.
- ¿A, si?
- Si, soy tu conciencia.
- Aquella parte que reprimiste hasta ya no poder más.
- Esa que te advirtió desde el principio lo que pasaría.
- Lo siento. . .
- Ya no lo lamentes, es tarde.
- Lo siento. . . pero no creí que realmente pasaría.
- Mentira.
- Querías creer que no pasaría, a pesar de que sabias que no era así.
- Pero, ¿supongo que al menos aprendiste, no?
- Eso intento.
- Pero, no puedo.
- ¿Por que?
- Por que. . . la quiero.
- La quieres, y no te importa lo que digan los demás, ni mucho menos te importa dañarte a ti mismo.
- Solo te importa verla feliz, ¿no?
- Si.
- ¿Aprenderás a escucharme a la próxima?
- Si, no lo dudes. . .
- Eso espero.
- Por que cuando te dañas a ti, también me lo haces a mi.
- Me siento estupido.
- ¡¡Ja!!!
Se río burlescamente.
- No necesitas sentirte así, ya lo eres. . .
- Eres el más grande tonto y estupido de este planeta.
Sin poder negarlo, tan solo bajo la cabeza.
- No me dejes solo, por favor.
- No lo estas.
- Entonces explícame, ¿por que siento como si fuera a congelarme en este frío que me embarga ahora?
- Simple, por que ella no esta.
- Y debes aprender a que jamás lo estará.
- Aun que lo desees con todo tu ser, aquello jamás será así.
- Lo aprenderé.
- No, lo aprenderemos.
- Y viviremos con ello.
- Si.
Le sonrío, ahora ya mas seguro de lo que decía y hacia.
- ¿Sabes cual es el privilegio de la amistad?
Pregunto mientras se paraba de la cama.
- ¿Estar junto a quien quieres?
- Si.
Tomo sus ropas y se cambio rápidamente.
- ¿A donde vas?
Le pregunto su conciencia por última vez.
Este, con una triste sonrisa le respondió.
- Por manzanas…
- Manzanas que esta vez, comeré solo.
Acto seguido, salio de la habitación, acompañado de quien ahora se había vuelto su eterno acompañante.
“Su conciencia. “
Aquel susurro no le dejaba descansar.
Con esta, ya era la tercera noche en que aquel “ser” no le dejaba dormir tranquilo.
Cansado, aun con sueño y frío se sentó sobre la cama y fijo su mirada en la pared.
- ¿Quien eres?
Pregunto, aun sabiendo la respuesta.
- Tu.
- ¿Yo?
- Si, tu.
El silencio se hizo, mas no duro mucho.
- Te lo advertí
Le volvía a reclamar.
- ¿Y que quieres que haga?
- No me arrepiento de haberlo hecho. . .
- ¿Y ahora que?
Fue la respuesta.
- Eso, ¿no deberías decírmelo tú. . .?
- Responde.
- No puedo. . .
- Ódiale.
- No puedo.
- Si, si puedes, yo ya lo hago. . .
- No, no puedo, y tú tampoco deberías hacerlo.
- ¿Por que?
- Por que es importante para mí.
- Te daño.
- No me importa.
- ¿Que esperas lograr?
- Que sea feliz.
- ¿Incluso si aquello te lastima?
- Si.
- ¿Por que?
- Por que la amo. . .
- Lo se.
- ¿Entonces para que lo preguntas?
- Para que llores.
- Ya no tengo lágrimas.
- Grita.
- Jamás. . .
- Entonces, ¿que harás?
- Vivir con ello.
Le respondió sonriente.
Hasta aquel momento, el joven solo le hablaba a la nada, mas ante aquellas palabras, la imagen de el mismo se reflejo frente a el.
- ¿Y que haremos con esto?
Pregunto apuntando el lugar en que debería haber estado su corazón; mas, en aquel sitio solo había un pequeño y profundo agujero.
- Nada.
- Deberías ir a buscarlo.
Le reclamo sin llegar a estar enojado.
- ¿Para que?
- Ya no es mío.
- A si que no me interesa.
Intento decir con poco interés.
- Entonces, ¿como viviremos sin el?
- Simple. . . Me fabricare uno nuevo.
- Uno que no se rompa fácilmente.
- Uno que sea solo mío y que nadie pueda volver a robarme.
- Uno. . .
- ¿De hielo?
- Quizás.
- ¿Y el otro?
- Te dije que ya no me importaba.
- No intentaras al menos recuperar sus partes.
- ¿Para que?
- Para. . . ¿guardarlo?
- No, no necesito las partes de ilusiones y sueño imposibles.
- Entonces, solo ¿se lo dejaras?
- Si.
- ¿Y si lo bota?
- De seguro lo hará.
Afirmo un tanto decepcionado.
- A nadie le sirve algo tan tonto como eso.
- ¿Por que te engañas a ti mismo?
- No lo hago.
- Si, si lo estas haciendo.
- . . .
- Intentas convencerme de que no te importa, pero sabes bien que no es así.
- Sabes, que te interesa mas que nada, el saber que hará con el.
- Sabes que a pesar de todo, te gustaría que lo conservara y cuidara.
- Sabes. . .
- ¡¡¡Ya basta!!!
Le grito enojado.
- No me interesa que me des a conocer lo evidente.
- Se acabo, no hay vuelta atrás.
- Mi decisión ya esta tomada.
- ¿Por que jamás me escuchaste?
- ¿De que hablas?
- ¿Por que, a pesar de que te lo advertí una y otra vez, nunca prestaste atención a lo que te decía?
- Eres mi sombra, no hablas.
- Te equivocas, soy más que eso.
- ¿A, si?
- Si, soy tu conciencia.
- Aquella parte que reprimiste hasta ya no poder más.
- Esa que te advirtió desde el principio lo que pasaría.
- Lo siento. . .
- Ya no lo lamentes, es tarde.
- Lo siento. . . pero no creí que realmente pasaría.
- Mentira.
- Querías creer que no pasaría, a pesar de que sabias que no era así.
- Pero, ¿supongo que al menos aprendiste, no?
- Eso intento.
- Pero, no puedo.
- ¿Por que?
- Por que. . . la quiero.
- La quieres, y no te importa lo que digan los demás, ni mucho menos te importa dañarte a ti mismo.
- Solo te importa verla feliz, ¿no?
- Si.
- ¿Aprenderás a escucharme a la próxima?
- Si, no lo dudes. . .
- Eso espero.
- Por que cuando te dañas a ti, también me lo haces a mi.
- Me siento estupido.
- ¡¡Ja!!!
Se río burlescamente.
- No necesitas sentirte así, ya lo eres. . .
- Eres el más grande tonto y estupido de este planeta.
Sin poder negarlo, tan solo bajo la cabeza.
- No me dejes solo, por favor.
- No lo estas.
- Entonces explícame, ¿por que siento como si fuera a congelarme en este frío que me embarga ahora?
- Simple, por que ella no esta.
- Y debes aprender a que jamás lo estará.
- Aun que lo desees con todo tu ser, aquello jamás será así.
- Lo aprenderé.
- No, lo aprenderemos.
- Y viviremos con ello.
- Si.
Le sonrío, ahora ya mas seguro de lo que decía y hacia.
- ¿Sabes cual es el privilegio de la amistad?
Pregunto mientras se paraba de la cama.
- ¿Estar junto a quien quieres?
- Si.
Tomo sus ropas y se cambio rápidamente.
- ¿A donde vas?
Le pregunto su conciencia por última vez.
Este, con una triste sonrisa le respondió.
- Por manzanas…
- Manzanas que esta vez, comeré solo.
Acto seguido, salio de la habitación, acompañado de quien ahora se había vuelto su eterno acompañante.
“Su conciencia. “
jueves, 10 de junio de 2010
Para ti.
Aquella noche no logro conciliar el sueño.
Su mente, perdida en los recuerdos, le mantenía intranquilo.
No podía creer como, horas antes, había logrado por fin aceptar aquella verdad que tanto se negaba a afrontar.
Las horas pasaron, y nada cambio.
Resignado, se mantuvo en vela casi toda la noche, ya que los pocos segundos en que logro; vagamente conciliar el sueño, ella apareció.
Una y otra vez soñaba lo mismo…
La veía hermosa; sentada con un libro entre sus manos, su cabello, que no llegaba a ser largo ni mucho menos corto, le cubría parte de sus hombros dándole casi un aspecto angelical.
Guiado por algo que desconoce, se le acerca sin que ella note su presencia.
Incluso, a pesar de que tal solo se trataba de un sueño, no dejaba de sorprenderle lo real que parecía.
Podía sentir el viento en su cara, el calor de el sol y también. . . su perfume.
Aquel perfume que la caracterizaba.
Ese que se quedaba impregnado en cada centímetro de su casa, cuando ella le visitaba.
Si, la amaba y por fin lo había aceptado.
Después de tantos años sin querer darse cuenta de ello, hoy lo había confrontado.
Ahora, lo único que deseaba era decírselo, y esperar a que ella no lo rechazara.
Sin saber que decir, intento iniciar una conversación.
Se sentó junto a ella, solo para poder sentir el calor de su cuerpo.
Y así permanecieron por largar horas, hablando de cosas banales, pero a la vez significativas.
Por fin, podía decir que era feliz, y el solo pensar en que aquello se podía acabar, le hacia temblar de miedo.
- ¿Sabes?
Le susurro un tanto inseguro.
- Soy un cobarde.
El silencio se hizo, y los nervios casi lo terminaban de consumir.
Hasta que ella hablo.
- ¿Por que?
Fueron sus simples palabras, pero el las sintió como un verdadero alivio.
- Soy un cobarde…
Volvió a susurrar.
- Soy un cobarde por que recién hoy logre aceptar que tus redes me envolvieron hace mucho…
- Por que recién hoy puedo decirte que me enamoraste como ninguna lo había echo.
- Soy un tonto.
- Soy un tonto por pensar que tu puedes sentir lo mismo.
- Soy un tonto. . .
- Soy un tonto, por querer esto.
Tras esas ultima palabras, y en cosa de segundos, se le acerco sin darle tiempo a reaccionar.
Y, como muchas veces antes lo había pensado y soñado, le robo aquel manjar que siempre quiso probar.
Un beso.
Uno corto, quizás tan solo un rose, pero para el fue un beso.
Un pestañeo le basto para volver a la realidad de su habitación, y así nunca saber la respuesta.
Ahora, ahora solo se resignaba.
Había sido lo suficientemente valiente para declarársele, pero, aquella fortaleza se había ido.
La realidad, es que ella le correspondió.
No directamente, pero así fue.
- Pero. . .
- Pero. . .
Lograba susurrar en la oscuridad de la noche.
- ¿Por que siento aun esto?
Preguntaba al aire.
- ¿Por que, a pesar de que ya lo dije, aun siento esta presión en mi pecho…?
Habían cosas que le detenían.
Circunstancias que se habían dado, y le habían enseñado que no podían estar juntos.
El, lo entendía, pero no las quería obedecer.
Múltiples veces se lo habían advertido.
Incluso, le habían llamado inmaduro.
Pero, aquello no le interesaba.
La quería lo suficiente como para desobedecer todas las reglas.
Pero, esa solo era su opinión.
La noche se le hizo eterna.
Tomo aquel viejo cuaderno, y comenzó a escribir.
Si, por que cada vez que pensaba en ella, escribía.
Escribía sin poder parar.
Las lagrimas cubrían sus ojos, las hojas se acababan una a una, y la pluma termino por romperse, pero el sentía; aun, la necesidad de escribir.
- Se que no lo leerás…
Susurraba
- Pero esto, lo escribo para ti.
Aquello se podía leer al principio de uno de sus largos escritos.
- Quiero romper las cadenas.
Releyó por última vez.
- Quiero traspasar los límites, sin que me importe los demás.
- Quiero…
- Quiero aquello que soñé, y que aun no he logrado cumplir…
- Y quiero, que sea junto a ti.
Aquello fue lo último que murmuro.
Acto seguido cerró el cuaderno.
Miro por ultima vez la ya alumbrada habitación he intento animarse a comenzar un nuevo día.
- ¿Como si nada, no?
Aquel seria su nuevo lema, he intentaría cumplirlo aun que le doliera, se lo debía.
Solo por ello, lo cumpliría.
Su mente, perdida en los recuerdos, le mantenía intranquilo.
No podía creer como, horas antes, había logrado por fin aceptar aquella verdad que tanto se negaba a afrontar.
Las horas pasaron, y nada cambio.
Resignado, se mantuvo en vela casi toda la noche, ya que los pocos segundos en que logro; vagamente conciliar el sueño, ella apareció.
Una y otra vez soñaba lo mismo…
La veía hermosa; sentada con un libro entre sus manos, su cabello, que no llegaba a ser largo ni mucho menos corto, le cubría parte de sus hombros dándole casi un aspecto angelical.
Guiado por algo que desconoce, se le acerca sin que ella note su presencia.
Incluso, a pesar de que tal solo se trataba de un sueño, no dejaba de sorprenderle lo real que parecía.
Podía sentir el viento en su cara, el calor de el sol y también. . . su perfume.
Aquel perfume que la caracterizaba.
Ese que se quedaba impregnado en cada centímetro de su casa, cuando ella le visitaba.
Si, la amaba y por fin lo había aceptado.
Después de tantos años sin querer darse cuenta de ello, hoy lo había confrontado.
Ahora, lo único que deseaba era decírselo, y esperar a que ella no lo rechazara.
Sin saber que decir, intento iniciar una conversación.
Se sentó junto a ella, solo para poder sentir el calor de su cuerpo.
Y así permanecieron por largar horas, hablando de cosas banales, pero a la vez significativas.
Por fin, podía decir que era feliz, y el solo pensar en que aquello se podía acabar, le hacia temblar de miedo.
- ¿Sabes?
Le susurro un tanto inseguro.
- Soy un cobarde.
El silencio se hizo, y los nervios casi lo terminaban de consumir.
Hasta que ella hablo.
- ¿Por que?
Fueron sus simples palabras, pero el las sintió como un verdadero alivio.
- Soy un cobarde…
Volvió a susurrar.
- Soy un cobarde por que recién hoy logre aceptar que tus redes me envolvieron hace mucho…
- Por que recién hoy puedo decirte que me enamoraste como ninguna lo había echo.
- Soy un tonto.
- Soy un tonto por pensar que tu puedes sentir lo mismo.
- Soy un tonto. . .
- Soy un tonto, por querer esto.
Tras esas ultima palabras, y en cosa de segundos, se le acerco sin darle tiempo a reaccionar.
Y, como muchas veces antes lo había pensado y soñado, le robo aquel manjar que siempre quiso probar.
Un beso.
Uno corto, quizás tan solo un rose, pero para el fue un beso.
Un pestañeo le basto para volver a la realidad de su habitación, y así nunca saber la respuesta.
Ahora, ahora solo se resignaba.
Había sido lo suficientemente valiente para declarársele, pero, aquella fortaleza se había ido.
La realidad, es que ella le correspondió.
No directamente, pero así fue.
- Pero. . .
- Pero. . .
Lograba susurrar en la oscuridad de la noche.
- ¿Por que siento aun esto?
Preguntaba al aire.
- ¿Por que, a pesar de que ya lo dije, aun siento esta presión en mi pecho…?
Habían cosas que le detenían.
Circunstancias que se habían dado, y le habían enseñado que no podían estar juntos.
El, lo entendía, pero no las quería obedecer.
Múltiples veces se lo habían advertido.
Incluso, le habían llamado inmaduro.
Pero, aquello no le interesaba.
La quería lo suficiente como para desobedecer todas las reglas.
Pero, esa solo era su opinión.
La noche se le hizo eterna.
Tomo aquel viejo cuaderno, y comenzó a escribir.
Si, por que cada vez que pensaba en ella, escribía.
Escribía sin poder parar.
Las lagrimas cubrían sus ojos, las hojas se acababan una a una, y la pluma termino por romperse, pero el sentía; aun, la necesidad de escribir.
- Se que no lo leerás…
Susurraba
- Pero esto, lo escribo para ti.
Aquello se podía leer al principio de uno de sus largos escritos.
- Quiero romper las cadenas.
Releyó por última vez.
- Quiero traspasar los límites, sin que me importe los demás.
- Quiero…
- Quiero aquello que soñé, y que aun no he logrado cumplir…
- Y quiero, que sea junto a ti.
Aquello fue lo último que murmuro.
Acto seguido cerró el cuaderno.
Miro por ultima vez la ya alumbrada habitación he intento animarse a comenzar un nuevo día.
- ¿Como si nada, no?
Aquel seria su nuevo lema, he intentaría cumplirlo aun que le doliera, se lo debía.
Solo por ello, lo cumpliría.
miércoles, 2 de junio de 2010
Juguete
¿Sabes?
Más de una vez lo has hecho.
Más de una vez has roto, destrozado mi corazón.
Es exagerado, lo se. . .
Pero.
¿Que he de hacer?
¿Como evitarlo?
No puedo, lo entiendo.
¿Es que acaso solo juegas conmigo?
¿O es que disfrutas el verme llorar por ti?
Disculpa. . .
Pero eso pienso cuando me ilusionas con tus dulces palabras.
Y luego, tan solo lo desases.
Las desases como si de un dibujo se tratase.
A veces creo que solo soy otro de tus juguetes.
Uno que te espera día a día, ansioso de escucharte decir su nombre, y que junto a el susurres un. . .
Te quiero.
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